lunes, 7 de febrero de 2011

Para que complicar lo simple?

¿Para qué complicar lo simple?

¿Ha estado usted a punto de perder la paciencia ante la actitud de otros de complicar innecesariamente algo que puede ser hecho en forma simple? Si la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta, por qué hay individuos que se esmeran en obstruir y enmarañar ambientes de trabajo, procesos y relaciones interpersonales.

Si analizamos las razones de problemas serios e internos en una organización, constataremos que quienes los originan se comportan en un modo imprudente, haciendo complejo lo sencillo y desesperando a los demás con sus entorpecimientos. La incapacidad para observarse a sí mismos y medir las consecuencias de sus actos les induce a ser reiterativos en sus errores y malos hábitos. Suponen intenciones ajenas en lugar de verificarlas, emiten juicios de valor antes de preguntar y atrasan en vez de agilizar.

En igual modo, hay organizaciones que poco a poco se vuelven adictas a la complejidad. Se ahogan en la "tramitología" por su temor a cambiar lo que todos saben que no funciona. Sin embargo, sus miembros prefieren sobrevivir en ellas antes que morir políticamente proponiendo transformaciones de fondo. ¡Aquí se prohíbe pensar!, sentencian.

Todo lo anterior también se aplica a nivel individual. Pudiendo ser ordenados desordenamos, teniendo reglas de tránsito las violamos, existiendo normas como la cortesía, el respeto al cliente, al empleado y al jefe, tratamos de que el mundo se adapte a nosotros. Dejamos de lado la innovación y la crítica sana con tal de sostener posiciones erróneas. En lugar de aceptar hechos o datos que nos contradicen, la emprendemos contra quienes tienen la razón, pues no aceptamos estar equivocados.

Incluso, las relaciones personales pierden su fluidez cuando uno de sus participantes complica su mente con suposiciones, prejuicios, temores, falsas expectativas y exigencias que, simplemente, no corresponden.

En contraposición, en el mundo del deporte sobresalen atletas geniales como Lionel Messi, cuya elevada simplicidad y fluidez nos hace pensar que todo lo hacen "fácil."

Las empresas deberían tener un grupo de miembros dedicado exclusivamente a erradicar procedimientos y normas que afectan la productividad, la eficiencia y el alto desempeño. En igual modo, todos necesitamos un amigo sincero que nos haga notar conductas que obstruyen el flujo de ideas, la imaginación y nuestra calidad de vida integral.

Las transformaciones positivas de la humanidad se deben a líderes genuinos que vivieron sus ideas con simpleza, que pregonaron cambios con su ejemplo de sencillez, que sirvieron en lugar de servirse de los demás y que tuvieron un pensamiento nítido.

¿Qué situaciones bajo nuestra influencia podrían "fluir" mejor, si no complicáramos lo simple? Tomar conciencia: el primer paso.


German Retana

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