domingo, 26 de diciembre de 2010
sábado, 18 de diciembre de 2010
El Acierto de Equivocarse
"El negligente no aprende de sus errores, el inteligente sí lo hace, pero el sabio aprende de los errores ajenos." Este popular refrán se vuelve muy real al concluir o iniciar un período de trabajo, proyecto y relación personal. Pasar a una nueva etapa sin rescatar lecciones de la anterior es una condena a repetir los mismos errores.
¿Por qué hay organizaciones y personas que fracasan reiteradamente en la misma forma? ¿Será porque son incapaces de aprender de su pasado y romper círculos viciosos? Confucio lo advirtió así: "El que ha cometido un error y no lo corrige, comete otro aún mayor." Con respecto a este hecho, hay cuatro preguntas que todo equipo podría hacerse cada semana, tal como algunos padres de familia acostumbran hacerlo con sus hijos.
Primera: ¿Qué hicimos? Su intención es recordar lo realizado y tomar conciencia del destino dado al esfuerzo, los recursos y el tiempo en los últimos siete días. No se trata de evaluar sino de verificar hechos y resultados comparados con las metas que se tenían para el período.
Segunda: ¿Cómo lo hicimos? Valorar lo que se hizo bien o mal, ofrecerá una dosis de realismo y sensatez que será la base para mejorar. Marcar la línea entre lo positivo y lo negativo, dice mucho sobre el nivel de calidad que el equipo se exige a sí mismo. Los aspectos favorables incrementarán la confianza para procurar logros mayores, pero cuando existe la tendencia de ocultar los desfavorables, es porque la soberbia se impone sobre el temor de aprender de ellos.
Tercera: ¿Qué aprendimos de nuestro desempeño, de los aciertos y errores? Esta es la pregunta que demanda mayor transparencia y atención, porque de su respuesta depende tanto el crecimiento del equipo, como su determinación para dejar de persistir en los mismos errores o estancarse en logros fáciles. En este momento deben surgir los verdaderos líderes, catalizando lecciones, elevando el nivel de análisis y provocando la confianza del equipo hacia el futuro. Las lecciones son victorias, sin importar si nacieron de éxitos o de derrotas.
Finalmente, la pregunta esencial: ¿Cómo aplicaremos lo aprendido? La disposición de resolver errores, disuelve los temores; la determinación para superar los logros, disuelve el conformismo y la rutina. Volver a la acción no exime al equipo de equivocarse otra vez, pero al menos hará cierto otro conocido refrán: "¿Para qué incurrir en los mismos errores habiendo tantos nuevos e interesantes por cometer?"
Convertir las lecciones en acciones dinamiza, reta y compromete a quienes están dispuestos a equivocarse al intentar mejorar y desean ampliar su sabiduría, porque como R. Tagore advierte: "Si cerramos las puertas a todos los errores, también la verdad quedará afuera." German Retana |
lunes, 13 de diciembre de 2010
Hasta aqui!
domingo, 12 de diciembre de 2010
domingo, 5 de diciembre de 2010
¿Podrías liderar la balsa?
jueves, 2 de diciembre de 2010
domingo, 28 de noviembre de 2010
La organización secuestrada por german retana
organización secuestrada. "Si me atrevo a discrepar con los que mandan me botan de aquí," dicen quienes se resignan a trabajar con jefes que parecieran tener encarceladas a sus propias organizaciones. ¿Cuáles son cuatro posibles escenarios que originan esta situación? El temor a verse expuesto por sus errores ante los miembros de la organización, o la búsqueda de satisfacciones individuales, puede provocar que el jefe se aísle del resto, reduciendo el contacto al mínimo necesario. Es un ausente, su tiempo es absorbido por actividades externas o ajenas a las funciones principales de la empresa. Eso sí, mantiene el control de las decisiones claves y provoca dependencia hacia él. Su aislamiento hace que dichas decisiones tiendan a ser impopulares por no ser acordes a la realidad que vive la organización. Una limitada inteligencia emocional puede llevar a un jefe a exhibir autoritarismo, intolerancia a la opinión ajena y verticalidad de sus decisiones. Intenta compensar su incapacidad para gestionar sus emociones con la imposición de su criterio sobre los demás. Su cuenta de poder es grande, por lo que ni siquiera se preocupa de la respuesta de los miembros de la organización. "Si no están de acuerdo tienen la puerta abierta," dice con frecuencia. En cada autoritario podría haber un ser humano necesitado de reconciliación consigo mismo; y mientras no lo logre, el equipo seguirá siendo el lugar para desahogar sus penas personales. En ocasiones, el jefe se rodea de un círculo inmediato de personas que lo aíslan del resto de miembros. Son un anillo protector que filtra las "malas noticias" para que no lleguen arriba y así la versión de la realidad se parte en dos: la de los jefes y la de los colaboradores. El exceso de confianza del jefe en sus reportes directos provoca que al final termine siendo él quien está "secuestrado" y no la organización. Otra posibilidad es que el jefe sea una excelente persona y con buenas relaciones con todo el equipo de trabajo; sin embargo, su mentalidad gerencial dejó de innovarse hace años y ya sus actitudes y modelos de gestión están desfasados respecto a las necesidades del equipo. Aquí, el talento colectivo sufre por la camisa de fuerza colocada por su propio jefe y la capacidad de la organización continuará prisionera, mientras él no cambie o sea cambiado. En tanto jefes con estos comportamientos sigan al mando, los miembros de las empresas no estarán alineados sino alienados. Las capacidades seguirán secuestradas, el progreso será casi imperceptible y los resultados serán apenas un pequeño porcentaje respecto a lo que ocurre en un ambiente de trabajo caracterizado por la libertad de opinión, el respeto a la diversidad de criterio, la participación entusiasta de todos y la responsabilidad conjunta para concretar un ideal. |
lunes, 22 de noviembre de 2010
Que misterio!
viernes, 19 de noviembre de 2010
¡En el ring de tu mente!
Albert Einstein no escuchó la advertencia de un maestro que le dijo que nunca llegaría a hacer algo útil. Thomas Edison prestó oídos sordos a quienes le expresaron que era "ineducable." Michael Jordan desobedeció el consejo de un entrenador que le sugirió dedicarse a otra actividad. El pintor Van Gogh solamente vendió una pintura mientras vivió. Un empresario de la música expresó "no me gustan como suenan, los grupos de guitarra ya no venden," y desestimó representar a los Beatles. Y la lista de los "rebeldes" que se rehusaron a claudicar en su afán por llegar más allá de los límites de la época incluye a Cristóbal Colón, Mozart, los hermanos Wrigth, Copérnico, Newton y muchos más.
Las voces externas de quienes decían que algo no se podía hacer se enfrentaron con las internas de estos pioneros. Para el bien de la humanidad, en muchos casos ha ganado la batalla la voz de quienes simplemente se negaron a fracasar. Incluso, inventores como Edison, no se detuvieron a celebrar cada éxito, sino que de inmediato se plantearon retos aun más desafiantes.
Negarse a fracasar y a ser fracasados es una decisión tomada con valor y coraje. El destino de un equipo es el resultado de sus decisiones; por eso conviene ser estrictos al determinar quiénes pueden tomar el timón para señalar el rumbo. Los "tercos inteligentes" persisten en sus metas, pero tienen la sabiduría de escuchar puntos de vista; así evaden lo que advierte el conocido proverbio danés: "Quien teme preguntar se avergüenza de aprender."
Hay voces que tocan a la puerta una sola vez y otras que se pegan del timbre. Unas son las que dicen que las cosas se pueden hacer y las otras las que insisten en que todo ya está inventado, que no vale la pena intentar cambiar ni innovar. La tentación de renunciar a un objetivo o a un principio siempre va a estar presente. ¿A cuál escucha usted?
La decisión de los jueces en un combate de boxeo se da luego de evaluar a los dos contendientes. En igual modo, las voces en disputa se enfrentan en el ring de nuestra mente, allí es donde ocurre la gran batalla y el reto es tomar la decisión que conducirá a la actitud y al resultado correcto.
La voz que obedezcamos determinará el rumbo; todo depende de una decisión. Los pioneros tienen amplia visión para ver la razón de cada parte en disputa por su decisión y luego adoptan la que sea mejor compañera de su conciencia y de sus sueños.
En el ring de tu mente.
| ||
viernes, 12 de noviembre de 2010
¿Que tipo de imán es usted?
¿Qué tipo de imán es usted? ¿Es verdad que las personas atraen la atención y cercanía de aquellos que más se le parecen? ¿Quiénes son los más allegados a usted en su organización? Se dice que lo semejante atrae lo semejante. Así que, si esta aseveración es cierta, nos ayudará entonces a entender la dificultad de algunos grupos para convertirse en verdaderos equipos. Analice los dirigentes de la entidad a la que usted pertenece. ¿Son un equipo unido o nota que hay subgrupos con "líderes" muy diferentes entre sí? Si los hay, valore qué poseen en común cada subgrupo y llegará a la conclusión de que sus miembros se parecen en sus conductas, ética y ambiciones. Los muy trabajadores serán un imán para quienes están totalmente comprometidos con las metas y tengan alto sentido de premura. Los vagos formarán su alianza por separado y su ritmo de cumplimiento los delatará. Lo complicado empieza cuando en la cima de la organización se establece un grupo reducido de miembros que no son, precisamente, los mejores representantes del ideal ni de los valores de esa entidad. En ocasiones, esos dirigentes pecan de falta de credibilidad y legitimidad, por más que detenten el poder. Eso provoca que el clima laboral no sea fluido, entusiasta ni eficiente. Quienes no forman parte de la "línea" de mando, actúan a la defensiva, moviéndose con sumo cuidado para no caer en desgracia con los miembros de la élite en el poder. En modo contrario, si quienes dirigen son personas leales a los principios de la transparencia, el juego limpio, la ética y la verdad, entonces lograrán atraer el entusiasmo de los miembros que creen en la misión y valores de la organización. Generalmente, la fortaleza de una empresa o equipo, tiene relación con la moral, la confianza y el buen ejemplo de los que las dirigen. Podemos esforzarnos o fingir que soportamos diferencias y así trabajar juntos en un ambiente de diversidad; pero cuando esas diferencias son de fondo, tarde o temprano cada parte tomará su rumbo. "De lejos todo el mundo es bueno," dice el refrán; pero cuanto más se intensifica una relación, más saldrán a flote las similitudes y las divergencias importantes. Por eso es que hay organizaciones que intentan "reinventarse" una y otra vez, cambian algo o a alguien, llevan a su seno nuevos personajes, proyectos, promesas y procedimientos, pero el resultado será siempre el mismo. ¿La razón? El grupo que ostenta el poder no cambia su fondo pese a las modificaciones cosméticas de forma. Verifique quiénes son las personas que muestran un interés mayor en trabajar con usted, evalúe su calidad humana, sus antecedentes y sus principios. Es posible que estos factores le brinden un reflejo fiel del tipo de "imán" que usted es en su organización. |
viernes, 5 de noviembre de 2010
La resistencia no se vence
Una sus manos haciendo coincidir la punta de los dedos similares de las mismas. Ahora presione con fuerza una contra la otra, a modo de pulso, hasta sentir alta tensión en sus brazos. ¿Cuál fue el resultado, además de cierto agotamiento? Ninguna mano se movió o cedió su lugar. ¿Qué enseña este simple ejercicio? En la puesta en marcha de un cambio en una organización, surgen manifestaciones de resistencia. Enfrentarlas con la misma fuerza, como si fuera una competencia personal de poder en la que uno de los contendientes debe ser vencedor, solo causará más resistencia. Si agregamos que, cuando quienes promueven las transformaciones, no tienen la sabiduría ni prudencia para valorar el origen de la resistencia, entonces observaremos organizaciones en constante tensión y desgaste interno. La intransigencia es tan dañina como la indecisión y la ambigüedad. En ocasiones los dirigentes arremeten contra quienes discrepan con ellos, sin haberles escuchado, y hasta los eliminan del equipo. Este proceder debilita al propio "líder," pues otras personas constatarán que la regla del juego para prevalecer en el equipo es la sumisión, el silencio, el disimulo de la crítica o la salida rápida hacia otros destinos menos represivos. De todos modos, es obstinante trabajar con un jefe al que no se admira. La insensatez de no escuchar a los críticos del cambio, puede provocar que se pierdan oportunidades para mejorar y que se ignoren advertencias sobre riesgos no previstos. Como vemos, hasta los escépticos pueden ayudar a fortalecer las ideas del agente de cambio. Igualmente, si se trata de complacer a todos los que adversan el cambio, se podría perder el rumbo del proceso y quedar peor que antes de emprenderlo. La resistencia tiene un alto componente emocional. Cuando los sentimientos negativos se expresan tienden a reducirse. Ser escuchados ya es una fuente de desahogo de la inconformidad, un avance. Por eso, conviene facilitar que los opositores al cambio por lo menos externen su criterio, de lo contrario tarde o temprano obstaculizarán la sostenibilidad de las transformaciones. En política se puede tener pulsos con otros actores, pero no es inteligente tenerlos con todos al mismo tiempo. La intolerancia en el manejo de la oposición al cambio provoca que ésta multiplique su beligerancia. Identificar las manifestaciones de resistencia y expresar a los diversos actores que somos conscientes de sus posiciones, es un importante paso para aprender de los adversarios del cambio y lograr que éstos constaten que el respeto a la discrepancia inteligente sigue siendo un pilar de las empresas y equipos que se transforman positivamente a sí mismas. Usted: ¿Intenta vencer la resistencia o es hábil tratándola? german retana |
lunes, 1 de noviembre de 2010
¿Te resistes o te opones?
"No me siento bien ante los cambios que están haciendo aquí. Ni siquiera me informaron
o preguntaron y tengo muchas dudas sobre el resultado que obtendremos. Además, yo
no esperaba esto y me preocupa si podré salir adelante dados mis conocimientos actuales.
No me agrada lo que está pasando. ¿Será que quieren verme fuera de aquí?"
La puesta en marcha de un cambio implica lidiar con personas que no lo aceptan con
facilidad ni incondicionalmente. Las razones son diversas, pero conviene diferenciar
dos categorías muy frecuentes: En la primera, los protagonistas poseen argumentos
racionales, razonables y conscientes, lo cual se califica como oposición al cambio.
En la segunda, conocida como resistencia, los afectados se caracterizan por reaccionar
más emocional e inconscientemente. Esto es comprensible cuando se enfrenta una nueva
realidad difícil cuya solución es muy incómoda.
No debe extrañar que tales respuestas surjan al anunciarse un cambio. Las personas
influidas por el mismo, pasarán de una situación predecible a una desconocida, de
la estabilidad y seguridad a la vulnerabilidad y de una sensación de control a otra
de incertidumbre. Un cambio en las reglas del juego puede producir confusión, inseguridad,
ambigüedad y pérdida de control. Así, unos miembros de la organización pueden interpretar
un cambio como una amenaza hacia ellos y otros como oportunidades o retos que se
enfrentan con optimismo.
Por su origen racional y su expresión directa, la oposición se intenta contrarrestar
con argumentos de igual rango, tales como estadísticas y planteamientos coherentes.
En el caso de la resistencia, el tratamiento necesita considerar su naturaleza emocional.
Ningún ser humano es completamente rígido, lo que siembra la semilla de la esperanza.
Siendo la resistencia un sentimiento que se expresa indirectamente, es prudente
estimular la asertividad en los equipos de trabajo para que sus miembros se atrevan
a hablar de frente, con honestidad y en forma adecuada.
Según Peter Bloch, quienes padecen la resistencia la exteriorizan en algunos de
los siguientes modos, sin ser una lista exhaustiva: solicitan exagerada cantidad
de detalles sobre el cambio propuesto, argumentan conflictos de tiempo, atacan
a los promotores del cambio, dicen estar confundidos o no entender el proceso de
transformación, cuestionan el método de trabajo y exigen resultados en plazos muy
específicos y cortos.
Los gestores de un cambio y sus protagonistas, requieren identificar entonces, a
quienes plantean sus argumentaciones sólidas y ciertas para oponerse al cambio
y a los que ni siquiera son precisos al identificar las razones de su resistencia.
Y usted: ¿Cómo tiende a reaccionar ante los cambios en su organización? ¿Se opone,
resiste o apoya el proceso de tranformación?
lunes, 25 de octubre de 2010
¿Cambia o te cambian?
| |||
domingo, 24 de octubre de 2010
Hacia la genialidad
En el transcurso de la vida, una persona o un equipo acumula aprendizajes y desarrolla
talentos. Lo paradójico es que ello no implica que dichas capacidades serán usadas
para elevar paulatinamente el nivel del desempeño. Basados en el autor G. Hendricks,
examinemos cuatro zonas en las que operamos según el uso de nuestras capacidades.
En la primera, llamada "zona de incompetencia," operamos cuando insistimos en hacer
algo para lo que no somos buenos. Otros lo hacen mucho mejor pero nos negamos a
recurrir en su ayuda. Incluso, puede ser que ni siquiera necesitemos aprender determinada
habilidad; no obstante, caemos en la terquedad de persistir, desperdiciando tiempo
y recursos. Hay personas que por no tomarse cada día la píldora "Humidol," atrasan
el avance de su propio equipo al negarse a dar paso al talento de otros miembros
más capaces.
En la segunda, la "zona de idoneidad," hacemos bien las cosas, usamos capacidades
propias y tanto el desempeño como los resultados son similares a los de otras personas
u organizaciones. Esto no está mal, el inconveniente es que hay otros haciendo lo
mismo y no se va más allá. El riesgo del conformismo se asoma en esta zona porque
no hay premura en elevar el nivel de vuelo; además, el temor al fracaso y al cambio,
crea la sensación de "es mejor lo bueno conocido que lo misterioso por conocer."
El resultado obvio es el estancamiento, la rutina y la tolerancia a cierta mediocridad
por concentrar la energía en hacer lo fácil y no lo extraordinario.
Aquellos que se percaten de la diferencia entre sus capacidades reales y las que
tienen en uso, podrían atreverse a cruzar hacia la "zona de excelencia." A ella
ingresan quienes identifican y usan sus talentos superiores. El reto es mayor y
la exigencia para la superación es recompensada con un mejor bienestar. La práctica
de esas habilidades disponibles y la inmediatez de buenos incentivos pueden, contradictoriamente,
atrapar en esa zona a personas que podrían desafiarse aún más, llegar todavía más
lejos. ¿Quiénes dan ese último paso?
¡Bienvenidos a la "zona de la genialidad"! Aquí residen equipos e individuos que
dejaron atrás el miedo al éxito y el simple disfrute por hacer las cosas mejor
que los demás. Éstos son los que atendieron al llamado a usar todo su potencial,
a romper los límites anteriores, así hayan sido excelentes. No se conformaron con
ser mejores que otros, sino que se propusieron superarse con constancia a sí mismos,
procurar plenitud en su capacidad y tener la disciplina de no bajar su nivel de
desempeño.
¿Está usted o su equipo desempeñándose al máximo de su potencial en los diversos
ámbitos de su vida? ¿En qué zona está viviendo ahora y qué quiere hacer para encaminarse
hacia la zona de la genialidad?
german.retana
viernes, 22 de octubre de 2010
Vocabulario de la vida
Pequeño diccionario para entender mas profundamente el significado de algunas palabras muy importantes en la vida de cualquier persona, explicadas con el sentimiento, sin la formalidad de las reglas gramaticales o ataduras filosóficas.
Nostalgia: Es cuando, estando lejos de algo querido, sentimos deseos de volar para reencontrarlo.
Sexo: Es cuando una persona ama tanto a otra que desea vivir dentro de ella.
Superfluo: Es cuando nuestra sed necesita una gota de agua y pedimos un río entero.
Soledad: Es cuando estamos rodeados de gente, pero nuestro corazón no ve a nadie alrededor.
Ternura: Es cuando alguien nos mira y sus ojos brillan como dos estrellas.
miércoles, 20 de octubre de 2010
Candil de Nieve
Candil de nieve
Necesitas una fuga, catatónica, nocturna, un viento breve
al edén de un sábado, donde un ave miope te espera leve,
de las malas colisiones, no te puedes escapar, candil de nieve,
y es que si lo ves volando sobre el labio de otra flor
te encolerizas, te ruborizas candil de nieve.
Enciéndete clavel, cuando amanecer veas la razón
de lo que te faltó, luego no alcanzó, más tu corazón.
No pienso que sufrir es aquella opción
que nos dio algún dios para salvarnos;
no apagues el candil
o la nieve te hunde en el centro del dolor.
Necesitas una fuga hacia un mundo verdadero, de locura
y cuando vengan por ti no sólo ha de deslumbrarte la hermosura.
Otras lágrimas te esperan cual angustias pasajeras en tu camino
y otras musas más ligeras pintarán y tocarán otro destino
sal a buscarlas candil de nieve.
Enciéndete clavel, cuando amanecer veas la razón
de lo que se te dio, luego no alcanzó más tu corazón.
No pienso que sufrir, es aquella opción
que nos dio algún dios para salvarnos.
No apagues el candil
o la nieve te hunde en el centro del dolor.
martes, 19 de octubre de 2010
El quejoso
domingo, 17 de octubre de 2010
Los 33
Lo mejor de cada ser humano involucrado en el rescate de los mineros en Chile estuvo al servicio de una causa superior. Cada cual liberó su esencia más preciada para convertirla en una "Fenix" más, en una cápsula de vida. ¿Qué ocurre cuando todos liberamos ese lado bueno y lo colocamos junto al de los otros? ¿Hasta dónde podemos llegar?
Un Presidente decidido, enérgico e inclaudicable; una Primera Dama especialista en orientación familiar, que trabajó con las esposas de los atrapados. Sebastián Piñera y Cecilia Morel asumieron la causa nacional con dos consignas que pregonaron:"Dijimos que no nos rendiríamos y cumplimos" y "cuando somos golpeados por la adversidad surge el alma verdadera." Lo mejor de ambos inspiró a un país para transitar, según sus palabras, de la angustia a la esperanza y de ésta a la felicidad. ¡Liderazgo, determinación, ejemplo, sensibilidad, responsabilidad!
El mundo quedó impresionado por la perfección del operativo del rescate. El excelente manejo de cada detalle evidenció la dedicación, la creatividad, la profundidad de pensamiento y el compromiso del que es capaz un equipo multidisciplinario y multinacional que trasciende a los delirios de poder, fama y egoismo. Cada experto liberó al máximo su talento, capacidad de trabajo y generosidad para salvar las vidas de 33 hombres.
Las familias se internaron en la profundidad de su mina de amor. Muchas se unieron más, otras perdonaron sus diferencias y todas soportaron la inclemencia del tiempo para convertir la extrema aridez del desierto de Atacama, en un manantial de fe en el campamento Esperanza. Liberaron su fuerza espiritual y con ella taladraron las rocas para llevar a sus seres amados un aliento diario para regresar a sus brazos.
Los mineros estaban prisioneros físicamente, pero desde los primeros días se despojaron de todo aquello que haría más pesada la carga. Entonces surgió lo más grandioso de cada uno. Regresaron a su naturaleza más pura: compañerismo, ser buenas personas, aferradas a sus familias y a su Fe en un Ser Supremo. En adelante, caminarán por el mundo recordándonos la receta básica a veces olvidada: unión, camaradería, disciplina, compasión por el prójimo, humildad, servicio, persistencia, asustar los miedos, humor y esperanza ante la adversidad.
Finalmente, los mil millones de humanos que presenciamos el rescate por la televisión, también dejamos fluir sentimientos solidarios y lágrimas de alegría ante el encuentro de los tenaces mineros con sus seres amados.
Si nos conmovimos ante esas escenas, es porque todos estos actores nos recordaron que poseemos una mina interior de la que debemos rescatar lo mejor, lo esencial de lo que somos, para liberarlo al servicio de los demás y pasar así, de sobrevivir a vivir.
german.retana
sábado, 16 de octubre de 2010
Faltas al código
El organigrama es al equipo lo que es el esqueleto a nuestro cuerpo. La autoridad debe respetarse, al margen de si estamos o no de acuerdo con ciertas decisiones. Nicolás Anelka, famoso jugado♫ de la selección de Francia, fue expulsado en pleno Mundial 2010 por irrespetar a su director técnico. No obstante, esa no ha sido la única violación del “código de camerino” que existe en todo equipo de fútbol, y que también podría ser aplicable en las empresas.
El “código” exige que lo que se suceda en él queda allí para siempre, en privado. Alguien violó ese acuerdo y al divulgarse que Anelka insultó al técnico Doménech, en el camerino, Francia se quedó sin él, pese al momento crítico en que el equipo necesitaba del talento del jugador. Es vergonzoso que existan personas que no comprenden que, si en verdad desean mejor para su equipo, deben respetar las normas y dominar su deseo de protagonismo público ventilado hacia fuera problemas que deben resolver internamente.
La autoridad debe acatarse, salvo cuando el “jefe” incurra en desviaciones de la ética y los valores. Es difícil y sofocante trabajar junto a un jefe al que no se admira porque no inspira pasión ni seguridad, no genera ideas, rumbo, ni aprendizaje. Sin embargo, eso no es excusa para romper las normas de respecto, lealtad y alineamiento de conductas.
Un cuerpo sin esqueleto, sería amorfo, sin orden ni equilibrio. Pero si el esqueleto predomina sobre otros sistemas como el muscular, todo sería exageradamente rígido. Eso es lo que ocurre cuando se dirigen organizaciones basándose solo en autoridad formal y las estructuras de poder. En ellas se pierde el diálogo, la retroalimentación mutua, la cohesión espontánea y el disfrute de las relaciones. Bien dice C. Hightower: “Disciplina sin libertad es tiranía; libertad sin disciplina es caos.”
Los códigos se ponen a prueba en momentos cruciales; tolerar su rompimiento con tal de obtener un objetivo, resquebraja las bases más importantes de una organización. “Quien vive sin disciplina muere sin honor,” sentencia un proverbio islandés. Si desde antes de este incidente con Anelka, los franceses tenían problemas, ¿porqué no conversaron de inmediato para resolver todo aquello que afectaba al equipo? Que de paso, es otro principio básico del código de camerino.
La voluntad para respetar la autoridad es mayor cuando está respaldada por la legitimidad, es decir, por la autorización de los dirigidos hacia su líder para que tome decisiones en nombre de ellos. Perder la legitimidad y la credibilidad es depender de la obediencia y la sumisión, modelos que no son duraderos ni inspiran esfuerzos máximos.
Lamentablemente la selección de Francia en el Mundial 2010 no cumplió el código de camerino y las consecuencias para Anelka y el equipo son rotundas. ¿Se respetan esos principios en su equipo de trabajo?
germán retana
viernes, 15 de octubre de 2010
Gracias, "enemigos"!
¿Y quiénes crean tales oportunidades? No son nuestros buenos compañeros ni los grandes amigos, sino nuestros enemigos. “Ellos son los que más problemas nos dan. Así pues, si realmente queremos aprender, deberíamos ver a los enemigos como nuestros mejores maestros. “Así lo afirma el Dalai Lama, y agrega que los enemigos nos obligan a fortalecer la paciencia, la mente tranquila, la razón, y la compasión. Ellos podrían actuar contaminados por la ira y el odio, las emociones más dañinas en toda relación. Además, si a estas reacciones se suman el miedo, la inseguridad, y el egoísmo, no habrá rumbo seguro.
Lo riesgoso es encontrar a estos adversarios en nuestras propias organizaciones, pues la contaminación de emociones negativas puede acabar con la cohesión, la confianza, y la capacidad para alcanzar los objetivos.
Para el Dalai, la ira y el odio son los verdaderos enemigos, no las personas que temporalmente padecen esos males; ellas se hacen dañ6 a si mismas, porque tarde o temprano el fruto de sus acciones regresa a sus manos. Cada cual cosecha lo que siembra. Quienes plantan las malas semillas ocasionarán problemas a otros, pero no tardaran en ser depositarios de las tempestades que causan. ¿Qué podemos hacer por estas personas?
Las malas actitudes y conductas tienen origen en sufrimientos, a veces hasta incomprensibles para quienes las padecen. Nuestra peor reacción sería la indiferencia o la confrontación con acciones idénticas a las que engendran el daño. Eso solo hará crecer los niveles de conflicto y la enfermedad emocional en el equipo.
Una respuesta constructiva se inicia con el esfuerzo de entender las razones y orígenes de las conductas negativas: es decir, contemplar, analizar y ser empáticos con quienes sufren a causa de su ira. El segundo paso será la pro actividad para ayudarles a superar o disminuir el dolor que les conduce a tener tales comportamientos. Esto supone ir por encima de la confrontación o medición de fuerzas, que solamente agravarían la situación del equipo.
No habrá garantía de éxito, y algunos nos advertirán que es una pérdida de tiempo, pero ¿qué ganamos al hacerlo? Nuestra serenidad de conciencia aumenta al reconocer un mal y responder con inteligencia, el respeto por nosotros mismos se fortalece al no ser indiferentes ante el sufrimiento ajeno, la compasión y la habilidad para razonar pese a la provocación nos vuelven más ecuánimes; finalmente, seremos más pacientes ante los enemigos y situaciones adversas, lo cual, lejos de ser un síntoma de debilidad, lo es de fortaleza interior.
germán retana.