viernes, 15 de octubre de 2010

Gracias, "enemigos"!

Gracias, “enemigos”!

Todos queremos mejorar, eso está claro. Aspiramos a ser personas y equipos más prósperos y felices. Lo lograremos en la medida en que aprovechemos oportunidades para desarrollar aptitudes emocionales y fuerza mental. Decirlo es fácil, el reto es hacerlo.

¿Y quiénes crean tales oportunidades? No son nuestros buenos compañeros ni los grandes amigos, sino nuestros enemigos. “Ellos son los que más problemas nos dan. Así pues, si realmente queremos aprender, deberíamos ver a los enemigos como nuestros mejores maestros. “Así lo afirma el Dalai Lama, y agrega que los enemigos nos obligan a fortalecer la paciencia, la mente tranquila, la razón, y la compasión. Ellos podrían actuar contaminados por la ira y el odio, las emociones más dañinas en toda relación. Además, si a estas reacciones se suman el miedo, la inseguridad, y el egoísmo, no habrá rumbo seguro.

Lo riesgoso es encontrar a estos adversarios en nuestras propias organizaciones, pues la contaminación de emociones negativas puede acabar con la cohesión, la confianza, y la capacidad para alcanzar los objetivos.

Para el Dalai, la ira y el odio son los verdaderos enemigos, no las personas que temporalmente padecen esos males; ellas se hacen dañ6 a si mismas, porque tarde o temprano el fruto de sus acciones regresa a sus manos. Cada cual cosecha lo que siembra. Quienes plantan las malas semillas ocasionarán problemas a otros, pero no tardaran en ser depositarios de las tempestades que causan. ¿Qué podemos hacer por estas personas?

Las malas actitudes y conductas tienen origen en sufrimientos, a veces hasta incomprensibles para quienes las padecen. Nuestra peor reacción sería la indiferencia o la confrontación con acciones idénticas a las que engendran el daño. Eso solo hará crecer los niveles de conflicto y la enfermedad emocional en el equipo.

Una respuesta constructiva se inicia con el esfuerzo de entender las razones y orígenes de las conductas negativas: es decir, contemplar, analizar y ser empáticos con quienes sufren a causa de su ira. El segundo paso será la pro actividad para ayudarles a superar o disminuir el dolor que les conduce a tener tales comportamientos. Esto supone ir por encima de la confrontación o medición de fuerzas, que solamente agravarían la situación del equipo.

No habrá garantía de éxito, y algunos nos advertirán que es una pérdida de tiempo, pero ¿qué ganamos al hacerlo? Nuestra serenidad de conciencia aumenta al reconocer un mal y responder con inteligencia, el respeto por nosotros mismos se fortalece al no ser indiferentes ante el sufrimiento ajeno, la compasión y la habilidad para razonar pese a la provocación nos vuelven más ecuánimes; finalmente, seremos más pacientes ante los enemigos y situaciones adversas, lo cual, lejos de ser un síntoma de debilidad, lo es de fortaleza interior.

germán retana.

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