lunes, 24 de enero de 2011

Desordenar el orden

¿Por qué cambiar algo que funciona y es exitoso? ¿Qué mueve a líderes que parecen incurrir en un costo político al desestabilizar un poco su propia organización con decisiones sorpresivas? Si lograr la aceptación de un cambio es difícil, más lo es cuando lo que se transforma goza del apoyo de los miembros de la empresa o equipo.
En ocasiones, las nuevas ideas llegan acompañadas por dudas de quienes luego tendrán que ponerlas en acción. Esto complica aún más la labor de los pioneros que, con valentía, trascienden la complacencia de sus colaboradores con la situación reinante. Ellos saben que su deber es ir adelante en el tiempo, ser audaces para aspirar a más, y retar constantemente el riesgo del estancamiento o la complacencia. "Refinada soberbia es abstenerse de obrar por no exponerse a la crítica," les dice Miguel de Unamuno.
Este tipo de decisiones suelen ser más difíciles de gozar de aprobación que aquellas que se toman en situaciones límite. Por eso, quienes las toman necesitan hacer del silencio y la soledad periódicas, hábitos que les permita observar al equipo y a sí mismos desde una prudente distancia. Eso sí, nunca se alejan tanto como para perder realismo, ni se acercan totalmente para mantener perspectiva y objetividad. Están allí, presentes, pero su mente también viaja por el futuro que su equipo tendrá que transitar.
El alto desempeño no consiste en lograr resultados extraordinarios, sino en hacerlo de forma creciente y sostenible, superando las metas obtenidas. Esto es factible cuando quienes dirigen las organizaciones poseen una visión que sobrepasa la de sus propios colaboradores. Mientras los miembros tratan de consolidar el orden, los buenos líderes procuran crear pequeñas crisis modificando estructuras, sistemas, procesos y hasta personas que parecían inamovibles de sus puestos. No tratan de crear un caos, sino de preparar la organización para nuevos desafíos y niveles de desempeño.
Esta prudencia de "desordenar" proviene de mentes autocríticas, de personas que ofrecen un testimonio de cambio en sus propias vidas en momentos en que todo parecía estar marchando muy bien. Ellas hicieron de la sana duda una fuente de reto, aprendizaje y progreso. Mientras su equipo celebraba el éxito, ellos se preguntaban: "¿Qué sigue ahora? ¿Cuánto más podemos y debemos lograr? ¿Qué decisiones difíciles necesitamos hacer hoy para ir hacia donde queremos llegar mañana?"
"La felicidad es efímera; la certidumbre, engañosa. Sólo vacilar es duradero," nos advierte Federico Chopin. Si lo anterior es aplicable al mundo de las empresas, no olvidemos que cada uno de nosotros también es una empresa. Entonces, ¿Qué prudentes desórdenes y decisiones necesarias debemos provocar en nuestro "orden," para alcanzar propósitos superiores?

German Retana

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