viernes, 5 de agosto de 2011

"Educación y democracia" por Francisco Ángeles Jubileo

El subdesarrollo o tercermundismo en el que vivimos gran parte de los países latinoamericanos nos hace pensar la distancia entre la democracia que vivmos y la educación que tenemos, ya que precisamente en Latinoamérica muchos de los países que se vanaglorian llamándose vanguardista de una democracia autentica, plagadas de vicios peores que la misma droga que hace tanto daño al cuerpo humano, y la educación que tan ausente se encuentra, entonces, es razonable pensar que la política y la sociedad han cambiado de manera fundamental a lo largo de los siglos, lo cual también sucede con la educación en democracia.

La capacidad de que un individuo influya sobre muchos, para que esos muchos hagan lo que el se le antoje es el cimiento sobre el que se erige; ya sea para bien o para mal, todo empeño humano de carácter colectivo, nuestra historia ha demostrado que a los lideres les resulta relativamente sencillo encontrar personas deseosas de hacer cosas que vayan en contra de valores morales por ellos; lo que si le resulta difícil es encontrar personas a quien no le importe morir por su causa.

Si la humanidad fuera capaz de organizarse de tal modo que un ser humano no pudiera ejercer el poder absoluto sobre otros, entonces, todos viviríamos mejor, y es donde realmente entra la educación como base para una verdadera libertad, con la democracia ha llegado la demagogia a nuestros pueblos y, como en un momento de la historia auguró Aristóteles, no hay gobierno más vergonzante que una democracia perfecta, porque no admite la posibilidad de que el pueblo soberano, pueda equivocarse.

La democracia no solo ha presidido las guerras más sangrientas de la historia, sino que algunas de ellas –como la de Vietnam se ha librado precisamente en su nombre-. De los males de la sociedad se acusa hoy a los diferentes lideres de manera intensa, con la creencia de que estos pueden cambiarlo todo sin tomar en cuenta la falta de educación, no solo de carisma vivimos, se necesita un impulso donde los lideres entiendan que la educación es la base de desarrollo de toda sociedad, la democracia no conoce solución intermedia cuando se trata de enfrentarse a opositores resuelto. Tanto la democracia como la educación en nuestro países son a media, parecería como si ser libre es también a media.

Es inoportuno pensar que hablar como un perico sin que nadie nos escuche, nos hace ser libre, nunca seremos objetos de atención sino se unen criterio de equipo con un mismo objetivo, la educación. Hoy en día, los líderes políticos sin importar del partido que sean, llegan cada vez más a la política en busca de una profesión y no por un genuino sentido del deber cívico, parecería utópico pensar en eso.

A los políticos de hoy en día les resulta casi imposible dimitir por principios o por errores cometidos, puesto que no tienen otra cosa que hacer en la vida. Los ministros de hoy tienden a permanecer en el cargo hasta que se ven amenazados con la destitución, lo que constituye uno de los espectáculos menos edificantes de la política y socava profundamente el respecto del ciudadano. La ambición per se no es algo reprobable en un líder, siempre y cuando vaya en consonancia con un talento verdadero.

Hay fenómenos históricos que dan pie a que personas inteligentes dejen sin efecto esa parte de nuestros cerebros donde se aloja el pensamiento racional, sin duda alguna amigos lectores, la educación debe ser el verdadero pan de cada día y verán ustedes como experimentaremos que realmente somos libres.

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